El uso de la Estrategia de Victimización en las campañas políticas es
cada vez más refinada y usada para ganar en los procesos electorales.
En estos tiempos de elecciones,
en donde las campañas políticas esgrimen todas sus estrategias, tácticas y
tantas otras acciones en procura de asegurarse la victoria, no resistí la
tentación de escribir estas líneas sobre una de esas estrategias que, en lo
personal y profesional, me ha llamado fuertemente la atención en mi camino
dentro de los medios de comunicación y
agencias de marketing y publicidad, que por cierto tuve la fortuna de trabajar
en una muy reconocida a nivel regional y nacional en el asesoramiento de
campañas políticas, precisamente hace cuatro años en plena campaña electoral a
alcaldías, concejos, gobernaciones y asambleas. Muchos de los candidatos de las
campañas asesorados por esta agencia han salido electos, gracias en buena
parte, a sus estrategias.
Precisamente todo esto me enseñó
que en las estrategias de una campaña electoral, aunque suene algo crudo, para
bien o para mal, hay muchos elementos que se mueven dentro y detrás de los
candidatos y que los electores no saben, no se enteran o no identifican, por
desconocimiento o en la mayoría de casos, por el apasionamiento que despierta
la política, a pesar de que muchos digamos que somos apolíticos, esa sola
afirmación ya nos convierte en potenciales consumidores de las estratagemas de
las campañas y sus asesores. En este contexto hoy quiero referirme puntualmente
a una de ellas y cuyo terreno más fértil se encuentra en América Latina y
Colombia, me refiero a la estrategia de VICTIMIZACION.
Para tener un contexto, procedo
inicialmente a tomar la definición de victimización de Wikipedia: El victimismo o victimización es la
tendencia de una persona a considerarse víctima o a hacerse pasar por tal. Una
víctima es quien sufre un daño personalizable por caso fortuito o culpa ajena.
El victimista se disfraza por tanto de víctima, consciente o inconscientemente,
simulando una agresión o menoscabo inexistente; y/o responsabilizando
erróneamente al entorno o a los demás.
Esta técnica, bien manejada,
puede ser muy útil en países como el nuestro, pues en Colombia existen victimas
por parte de todos los actores del conflicto, grupos al margen de la ley y
hasta del mismo Estado, de una manera y proporción tan relevante que logra que
de manera casi refleja, las personas se inclinen por apoyar y/o sentir
compasión por la víctima, incluso, aunque lo sea como consecuencia de actuar de
manera incorrecta. En ciudades como Barrancabermeja, al igual que tantas otras
en nuestro país, que ha sufrido por el accionar de grupos de derecha y de
izquierda durante toda su historia, además de la marcada lucha sindical contra
el sistema y la explotación de la mano de obra, que data desde antes de su
creación como municipio y la cual también ha dejado un alto número de víctimas
y mártires, hace que se acentúe más la tendencia por parte de sus habitantes
por solidarizarse rápida y fácilmente con las víctimas, sin detenerse a
analizar siquiera por un momento los hechos, los antecedentes, el contexto y
demás elementos dentro de los cuales se desarrolló la situación en la que se
suscitaron los hechos. No, casi en el acto nos alineamos e inclinamos la
balanza hacia quien es atacado por el poder, el sistema, las instituciones,
etc. y llegamos hasta a salir en su defensa.
Es por todo lo anterior que esta
estrategia de victimización es empleada en diferentes momentos y por diferentes
actores sea justificando sus luchas en pro de la defensa de las víctimas o
mostrándose como tales para justificar sus incapacidades, sus errores y hasta
sus arbitrariedades. Basta con revisar situaciones actuales como la posición
del presidente Maduro de Venezuela frente a los colombianos residentes en ese
país y la de las FARC en la mesa de negociación de paz en la Habana. De este
uso y abuso de la victimización no se libra la política y por ende, las
campañas y sus candidatos, quienes en ocasiones emprenden el uso de esta
técnica como herramienta para ganar adeptos (entiéndase votos), sobre todo, de
aquellos que están inconformes, indecisos y que son apáticos a participar con
su voto en un ejercicio electoral, sin que en la aplicación de su estrategia los
detenga el detrimento que pueda causar a las instituciones que avalan el
proceso electoral del cual participan y a ese mismo proceso en sí. Su fuerza ha crecido en estos tiempos en donde la política está ligada a
disciplinas como el mercadeo para obtener la victoria. Sobre este asunto el
periodista mexicano Ariel Ruiz Mondragón en su artículo titulado: Elecciones la
mejor estrategia, gana, publicado en abril de 2006, expresa; “En los países democráticos es cada vez
mayor la necesidad de hallar las claves que ayuden a obtener el triunfo en las
convocatorias electorales. Aunque el trabajo político es fundamental, también
se requiere el conocimiento y adecuada aplicación de métodos y herramientas de
otras disciplinas y técnicas, como la mercadotecnia.”
Sumado a lo anterior recordemos
que en Colombia y Barrancabermeja, el votante decide más con el corazón que con
la razón, es decir, su voto y elección es motivado por lo emocional por encima
de lo racional. Situación que en el ámbito de la mercadotecnia es muy empleado
para vender bienes y servicios y que se ha trasladado claramente a las
estrategias políticas (marketing político) que encuentra en la victimización
una opción que le puede garantizar encumbrarse en la victoria. En este sentido
el señor Marcos Bucio, asesor del
candidato Francisco Labastida en la campaña por la presidencia de México en el
año 2.000 contra Vicente Fox y co autor del libro Dos visiones para el triunfo. Diferencias estratégicas en dos campañas
electorales: Vicente Fox, Francisco Labastida (México, Miguel Ángel Porrúa,
2005), dijo: “Cuando alguien ataca desde
el poder, … sucede el caso de que se victimiza a quien se está atacando.” ¿Esto
les suena familiar en nuestro entorno? A mí sí. Además este tipo de
victimización es bastante útil, especialmente en el caso del llamado “Candidato
retador” ya sea que éste este retando al gobierno del momento, al sistema o al
poder (a pesar de que en muchas ocasiones ese candidato retador suele tener personajes
poderosos atrás de él) y posee la característica de construir su imagen ante el electorado con base en factores como mostrarse indefenso, la suavidad, la ternura y la
educación (usando todas o algunas de ellas) además de tener sumo cuidado de
mantenerse al margen de enfrentamientos o conflictos, elementos que facilitan
en el momento requerido, mostrarse o presentarse como una víctima frente a
cualquier acción (real o ficticia, justa o no) que se realice en contra de su
persona o intereses electorales. En este sentido el señor Marcos Bucio afirma: “Se visten de víctima por varias razones,
pero la principal es que la mayor parte del electorado -sobre todo el joven, de
menores de 35 años…- se identifican con el que es opositor. Quien se inviste de
opositor al sistema, es quien se vuelve invulnerable ante los ataques”.
Este tipo de candidatos, desde mi punto de vista, suelen ser lobos vestidos con piel de oveja,
pues aprovechan cualquier situación para tipificarla ante la opinión pública
como ataques y en algunos casos extremos (todos los procesos electorales suelen
ser casos extremos por todo lo que está en juego) llegan a facilitar y/o actuar
con complicidad frente a esos ataques en su contra, pues en ultimas ven una
oportunidad, como mencioné líneas arriba, para lograr el objetivo de ser
electos y terminan blindados contra cualquier otro ataque, sea o no con razones
verdaderas, reales y fundamentadas.
Como podemos apreciar y como
tantas cosas en la vida NO TODO SUELE SER LO QUE PARECE SER, es por todo esto
que aunque votemos basados en lo emocional, es decir, por la afinidad y simpatía
que sintamos por un candidato, detengámonos a cuestionar esas situaciones en
las que el candidato se muestra que está siendo “atacado” por sus
contrincantes, por las autoridades o por alguna institución u organismo y revisemos
ciertos puntos que mencionamos en estas líneas y tantos otros que nos pueden
dar luces de un eventual uso de la estrategia de victimización, y preguntémonos
sobre los posibles usos o “movidas” que este podrá hacer de esta técnica, pues
en el caso de las campañas políticas puede ser empleada, además de ganar
simpatizantes y votos, para realizar otro tipo de acciones como retiros y hasta
coaliciones con una de esas “fuerzas oscuras” que en su momento acusó de que lo
atacaron, y llegar de esta manera al “poder” que precisamente fue el que antes
lo atacó y victimizó. Recordemos las palabras de Steve Jobs, fundador de Apple:
“Los puntos no se unen hacia adelante, se
unen hacia atrás” así que no esperemos tener que mirar hacia atrás para
entender que fuimos usados como electores en el juego de algún candidato
victimizado. Miremos hacia adelante cuando se presenten estas situaciones de
“ataques” contra una campaña y busquemos identificar esas señales que nos
muestren que simplemente en ese momento estamos frente a una estrategia de
victimización.
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